Las prácticas culinarias de la comarca de Los Pedroches están estrechamente vinculadas a la riqueza ganadera que está tierra ha poseído a lo largo de toda la historia. La dehesa, por tanto, está también en la base de un gran número de platos y recetas, como ocurre con las carnes obtenidas del cerdo ibérico y del cordero de raza merina que se hayan presentes desde tiempo inmemorial en la alimentación de las gentes de esta zona. Pero en Los Pedroches se ha producido también una sabia simbiosis entre las cocinas andaluza, extremeña y castellano-manchega debido al carácter fronterizo que desde la más remota antigüedad ha tenido la zona. Todo este saber de siglos puede hoy día ser degustado en los restaurantes y establecimientos hoteleros de sus diecisiete municipios, que ofrecen al visitante una cocina mediterránea tradicional repleta de sabores.
Del cerdo ibérico se pueden degustar productos tan exquisitos como el jamón ibérico de bellota, que aquí en la zona alcanza una de sus cimas en cuanto a sabor debido a la alimentación natural de esta especie ganadera y a las condiciones climatológicas que se dan cita durante su curación. Pero de este animal tan característico también se obtienen morcillas, chorizos, lomos y embutidos, así como otra gran cantidad de piezas, que sabiamente aliñadas con diversos condimentos, hacen de estas carnes un universo gastronómico, elaboradas siempre guardando fidelidad a los hábitos de las tradicionales matanzas caseras que cada invierno se celebran en muchos de sus hogares.
La otra especie ganadera por antonomasia de la zona, el cordero, proporciona recetas tan afamadas como la caldereta, antiguo manjar de pastores convertido hoy en plato estrella de un gran número de establecimientos, gracias a la calidad de los pastos que alimentan a las ovejas merinas. Los Pedroches poseen sus propias variedades de quesos que guardan en su sabor todo el conjunto de aromas de las hierbas de la zona.Esta riqueza y potencialidad del medio natural también da lugar a un gran número de ensaladas, como la de berros, hinojos, cardillos o tomate, que en invierno se ven sustituidas por sopas y caldos, y en verano por gazpachos y pistos de verduras. En cuanto a postres, la comarca también atesora un gran número de variedades como los orejones, las natillas de suero, las gachas o los obispos, que se ven perfectamente complementados con especialidades de repostería como la rosca de turrones, el hornazo de pascua, la manta de viaje o los pelusos.
Tras estos rasgos generales, cada pueblo, tiene sus propias peculiaridades culinarias, muchas de ellas vinculadas a las fiestas. De esta forma, en Alcaracejos son tradicionales las migas "tostás", en Añora sus célebres albóndigas, en Belalcázar las flores de almendra y "repelaos" que elaboran las Monjas de Santa Clara de la Columna, y en Cardeña los embutidos de venado y jabalí.
Otras localidades como Conquista tienen a gala platos como la perdiz en salmorejo, Fuente la Lancha sus morcillas, Dos Torres el hornazo del Lunes de Pascua y en El Guijo la rosca de piñonate que se prepara por las mismas fechas. De este peculiar conjunto de sabores asociado a las celebraciones populares hay que mencionarla olla de carnaval y el relleno de Hinojosa del Duque, o las hojuelas y mantas de viaje de Pedroche e laboradas para la Virgen de Piedrasantas.A la vez, en Pozoblanco hay que reseñar la ternera a la vallesana, en Santa Eufemia su clásico escabeche y en Torrecampo la sobrehúsa. El resto de pueblos de la zona también guardan una serie de especialidades propias como el salmorejo jarote de Villanueva de Córdoba, los rabos de cordero de Villanueva del Duque, las pellas del Jueves Santo de Villaralto y el cochifrito de El Viso.
En Los Pedroches los viejos oficios siguen estando muy presentes en la actividad cotidiana de sus gentes. Forja de metales, talla en madera, trabajos en cuero, elaboración de calzado, cerámica, granito y cuchillería son sólo algunos ejemplos de la actividad que desarrollan diariamente las sabias manos de unos hombres que mantienen con su quehacer esta herencia. Gran parte de las piezas elaboradas en estos talleres, debido a los cambios operados en la sociedad y en las prácticas agrarias, han visto limitados en gran parte sus usos primitivos. Hoy día son empleadas con fines decorativos proporcionando un sello de calidad y personalidad a un gran número de hogares y establecimientos públicos gracias a sus valores ornamentales y a la originalidad de sus diseños.
De esta forma todo tipo de mobiliario doméstico sigue siendo elaborado de acuerdo a unas prácticas ancestrales y con unos útiles traspasados de una generación a otra. Monturas para caballos, botas para las faenas del campo, cerámica vidriada para cocinar y conservar los productos obtenidos de las matanzas caseras, y como no, granito para decorar y sustentar fachadas y viviendas, son productos que siguen siendo creados actualmente para satisfacer unas necesidades cotidianas, pero que al mismo tiempo, se ofrecen a cualquier visitante que puede contemplar, en muchos casos, el proceso de elaboración de los mismos.
Junto a ello, se sigue trabajando el mimbre, los cuernos de venado, los bordados, la taxidermia, la confección de mantas, las aneas o la guarnicionería. |
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